El viacrucis de los acreedores del Banco Catalán Hipotecario
Los acreedores que en
Tarrasa tiene el Banco Catalán Hipotecario, que recientemente suspendió pagos, no
cesan en la lucha por sus intereses, en pocos casos tan legítimos, ya que son
el producto del sudor y las privaciones de más de novecientos infelices
trabajadores.
Ese es el número de
imponentes que el Banco Catalán Hipotecario tiene en Tarrasa y sus aportaciones
pecuniarias ascienden a tres millones de pesetas. Es en Tarrasa donde el Banco
Catalán Hipotecario efectúa más operaciones y de ahí que en aquella ciudad sea
donde más vigorosamente se agite la opinión contra los que puedan resultar
responsables de la caída bancaria que lamentamos.
En la reunión celebrada
el domingo en Tarrasa, que ya reseñamos ligeramente, se puso de relieve la
indignación dominante entre las víctimas de la suspensión de pagos. Y mucho de
lo que dejó de decir en la asamblea de acreedores, se dijo, una vez finido el
acto, en grupos que se formaron dentro y fuera del Teatro Alegría.
Momentos hubo en que
pareció iba a organizarse una manifestación de protesta popular en demanda de
justicia, en exigencia de castigo para los culpables del desastre bancario.
Adviértase que el Banco Catalán Hipotecario tiene establecida la más importante
de sus sucursales en Tarrasa.
El buen sentido se
impuso y la cosa no pasó a mayores. A esta cordura de los que en Tarrasa sufren
las terribles consecuencias de una suspensión de pagos que les priva de sus
modestos ahorros, debe corresponderse, por cuantos a ello estén obligados, con
un apoyo tutelar que los protestatarios tienen sobradamente merecido.
¡Lo oye usted, señor
Pich! El caso de Tarrasa es de los que deben preocupar muy seriamente a quien,
como usted, se encuentra al frente de la Generalitat de Cataluña. Se impone,
señor Pich, que su consejero de Justicia intervenga a favor de los numerosos
infelices que piden justicia en Tarrasa.
Nos dirá usted, señor
Pich, que se trata de una cuestión judicial. Ya lo sabemos. Pero los acreedores
del Banco Catalán Hipotecario se proponen imprimir al asunto una nueva
dirección. Tienden a que la suspensión de pagos se convierta en una quiebra en
circunstancias que permitan entablar acciones de índole especial contra quienes
puedan resultar culpables.
Y en tal suposición los
reclamantes deberán verse eficazmente asistidos por el consejero de Justicia.
Así creemos lo entenderá el señor Pich, pues, no basta con presentarse como
protector de los humildes y desvalidos, sino que es necesario demostrar con
hechos indubitables que se dice la verdad.
¿Conformes, Señor Pich?
Muy pronto van a poner a prueba su afecto por los desheredados esa multitud de
infelices acreedores del Banco Catalán Hipotecario, que a tantos hogares
modestos ha llevado la ruina y la desesperación.
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