martes, 20 de noviembre de 2018

El Diluvio, Edición 29 de junio de 1935, pág. 10


Ya hemos llegado a las vísperas de la fiesta mayor. Actividad extraordinaria en todas las esferas ciudadanas egarenses.

Los programas oficiales rezan, como antaño, sus repiqueos de campanas, oficios solemnes y de difuntos, fiestas extraordinarias en todos los casinos, sobresaliendo el tradicionalista y el católico…

Como antaño, los actos y festivales se desarrollarán con el beneplácito del pueblo.

Como se temía, ha dejado de existir uno de los heridos del accidente automovilístico de que dimos cuenta días atrás a nuestros lectores, llamado Antonio Castellá Jover, industrial guarnicionero establecido en la calle de Francisco Maciá.

¡Descanse en paz!

El niño de un año Dio Onivea hubo de ser auxiliado en el Dispensario de quemaduras en la pierna derecha producidas por haberle caído agua hirviente en un momento de descuido de sus mayores.

Un individuo de humilde aspecto intentó suicidarse, pretendiendo lanzarse desde lo alto del puente existente en el paseo de García Hernández, fracasando por la enérgica intervención de unos ciudadanos que casualmente pasaban por el lugar mencionado.

Sin embargo, en un momento de descuido de sus salvadores se dio varios tajos con una navaja en la muñeca y antebrazo al objeto de producirse la muerte por sangría, lo que pudo evitarse, quitándole el cuchillo.

El citado individuo desapareció sin visitar ningún centro benéfico. Lo que ha hecho imposible saber su identidad.

Ayer llegaron dos niños más de la última expedición que llegaron de Asturias, los cuales han sido recogidos en las casas de dos republicanos honradísimos.

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